Aquellos que dicen que Beethoven provoca un inmenso placer en mí por que mi cerebro libera una sustancia que etc, etc... merecen estar sentados en una sala de cine, amarrados al asiento, mientras prueban con ellos la técnica de Ludovico, pero en lugar de sonar la 9ª sinfonía que sonara su propia voz y sus propios pensamientos putrefactos y deshumanizados.
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